Se dice que en Madrid, como en casi todos lados, que las princesas no suelen encontrarse por la calle, de hecho, es sabido que tienen sus recintos apartados y reservados del acceso del público en general, en ocasiones aparecen en las noticias y es ahí donde solemos verlas.
Sin embargo algo está pasando en Madrid que hoy he viajado con 2 de ellas en el autobús. Ninguna ha pagado el ticket pero es de agradecer que elijan el transporte público. Aunque ya no sé si nacieron princesas o lo han conseguido en algún momento de su vida.
Aunque volviendo a la realidad, quizás sea otro el problema de hoy, que en muchísimas democracias del mundo estamos viendo que cualquiera llega a gobernar un país y un Estado.
Ya no se eligen líderes por sus grandezas, ni siquiera se les exigen. Demuestran ser peleles, corruptos, déspotas, incultos y abundan sus miserias al final de su mandato cuando se animan a investigarlos. Quizás responda a que somos los ciudadanos los que hemos dejado de interesarnos en el valor del voto, permitiendo que cualquier idiota llegue a la cima. Por eso recuerdo una máxima del poeta romántico alemán Hölderlin: “El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando piensa”.